viernes, 9 de septiembre de 2016

La familia (y los límites políticos y analíticos del constructivismo) A propósito de las marchas convocadas por el “frente nacional por la familia” en México.



La familia (y los límites políticos y analíticos del constructivismo)
A propósito de las marchas convocadas por el “frente nacional por la familia” en México

Sofía Argüello Pazmiño

El “Frente Nacional por la Familia” ha convocado en México (para este 10 y 24 de septiembre) a la marcha en los Estados y a la marcha nacional – a realizarse en la CDMX- en “defensa a la familia”. José Manuel Ruiz Ramírez en su artículo publicado en NEXOS el 8 de septiembre señala que “las exigencias del Frente se concentran en tres puntos: el derecho de los padres a educar a sus hijos; el derecho de un niño a una mamá y un papá, y la reivindicación de que el matrimonio es exclusivamente la unión de un hombre y una mujer”. En este marco, las reacciones relacionadas a las “exigencias del Frente” no se han hecho esperar. En las redes sociales, al menos en las mías, no han dejado de circular manifestaciones en contra de esta convocatoria que tácitamente 1) no reconoce las distintas configuraciones familiares (que dicho sea de paso van más allá de las familias homoparentales), 2) produce mecanismos de discriminación no solo a familias conformadas por dos padres o dos madres; sino también, a las formas de convivencia y a las experiencias de las personas cuya sexualidad no se rige en la norma (heterosexual), y 3) utiliza las teorías y las acciones feministas como palestra para reesencializar sus discursos y prácticas políticas. 

Así, la convocatoria a las marchas en “defensa a la familia” en México, son un evento más que permite analizar los conflictos en torno a la política de la sexualidad. Algo que profundamente me llama la atención, como feminista e investigadora de esta temática, es cómo este grupo se ha servido de las luchas del feminismo, y más particularmente de las teorías feministas, para promover discursos que invisibilizan las desigualdades naturalizadas en el sexo (biológico). Y me llama la atención por dos aspectos. El primero, porque se produce un recurso político estratégico que promueve la “defensa a la familia” en contraposición a la “ideología de género” que para este grupo ha desestabilizado un “orden normal” (y moral). El segundo, y de manera estrechamente articulado con el primero, porque ese recurso político anclado en la retórica anti “ideología de género” no es solo propiedad del frente nacional por la familia (así, en minúsculas). Se trata; por un lado, de un repertorio de acción colectiva del cual se han valido otras agrupaciones y organizaciones sociales y políticas (en muchos países de Latinoamérica) y; por otro lado, de un discurso “legítimo” de algunos Estados y gobiernos - en toda la región- para desestimar el reconocimiento de derechos sexuales y derechos reproductivos y para no reconocer ciudadanos en sus múltiples dimensiones sexo-genéricas. 

Ahora bien, resulta que uno de los panfletos del “frente nacional por la familia” incluye un encabezado que dice ¿Qué es la ideología de género? y a continuación se presentan varios puntos que pretenden explicar sus “postulados”. En medio del panfleto se encuentra una fotografía y junto a ella la frase “las mujeres no nacen, se hacen”. Abajo versa el nombre de quien corresponde a la foto - Simone de Beauvoir- y los años de su nacimiento y muerte. La línea final señala “precursora de la ideología de género”. Para sintetizar las varias puntualizaciones de este documento anoto lo siguiente: “¿Qué es la ideología de género? Es un sistema de ideas contrarias a la ciencia que busca manipular a través del lenguaje. Sostiene que toda diferencia entre el hombre y la mujer es una construcción social, arbitraria e injusta, que tiene que desaparecer” (Panfleto ¿Qué es la ideología de género?, frente nacional por la familia). 

¿Qué tiene de absurdo este panfleto? Cualquier (mediano/a) conocedor/a en la materia podrá encontrarlo como todo un disparate. Pero no, no es absurdo ni es un disparate como recurso político utilizado. Apelar a la “ideología de género” desde esta “ridícula” y simplificadísima argucia permite reesencializar, reproducir “la verdad de sexo” -de la que tanto nos hablan Foucault y/o Butler- para mantener un orden sexual (jerarquizado, excluyente e injusto) que sigue persistiendo a través de la (re)estructuración social sobre los cuerpos biológicos. 

Finalmente, más allá de este panfleto, la circulación casi cotidiana de sus contenidos en otros contextos y latitudes nos deben llamar la atención sobre cómo se negocian, niegan, desconocen las experiencias y los derechos de las familias diversas, de las parejas del mismo sexo, de las mujeres, de los hombres, etc., etc., etc. Y más aún, nos debe llamar la atención de quienes fomentamos las prácticas feministas -políticas y académicas- para seguir repensando en torno a los límites políticos y analíticos del constructivismo.

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